domingo, 12 de enero de 2014

CÓMO MATAR EL TIEMPO






Durante los próximos diez segundos no pienso pensar ni respirar ni dormir ni llorar porque estoy harta de todo y de todos y de todas y quisiera gritar por la ventana y quedarme afónica pero lo que voy a hacer en cuanto acabe este pensamiento es chillar en silencio como una psicópata fuera de sí hasta que se rompan los jarrones de este puto museo de mierda y nadie comprenda la razón de tal inaudito suceso y entonces nos digan que salgamos corriendo que hay un terremoto o que nos tiremos al suelo frío como un espejo y yo me negaré porque soy así ni más ni menos entonces seguiré berreando con la boquita cerrada y se quebrarán las lámparas anticuadas y feas que cuelgan ostentosamente del techo altísimo como esqueletos de piratas ahorcados y ya el pánico cundirá y gritos normales y sonoros inundarán como un tsunami la sala para dar lugar a una estampida de visitantes profesores alumnos guardias de seguridad guías y demás estúpidos mientras yo me quedaré sentada en un rincón disfrutando de la soledad de mi plan perfecto porque cuando fuera se den cuenta de que falto algún profesor o algún compañero o alguna compañera de clase se percatará rápidamente estoy segura pensarán que estoy en grave peligro quizá ya muerta a lo mejor herida puede que me haya dado un vahído y los fríos brazos del espejo que es este suelo me hayan acogido pero para entonces Marcos se habrá escapado del grupo sin que nadie lo pueda detener a dónde va ese chico gritará alguien aunque no se atreverá a perseguirlo y él audazmente cruzará la puerta acristalada y giratoria entrará en la sala principal y con su mente prodigiosa recordará cada recodo cada pasillo y cada puerta que le lleve hasta donde yo estaré esperándole sentada con una sonrisa de oreja a oreja en ese momento lo entenderá todo y sabrá que lo amo tanto y tanto que soy capaz de todo y tendrá que besarme y contrito hasta los huesos declararme que quiere volver conmigo.

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